sábado, 9 de octubre de 2010

Dos visitas al Louvre

Esta semana he visitado el Louvre en dos ocasiones muy distintas. La primera fue el domingo pasado, día gratuito, con dBt y su hermana y cuñado. Entramos, como siempre, por la Puerta de los Leones, la puerta lateral por la que se accede directamente a la Pintura Española, no lejos de la Gioconda. Es increible como esa entrada siempre está vacía cuando la principal de la Pirámide acumula largas colas (ese día sin ir más lejos....2,5 horas de cola según un cartel!!). Lo malo de usar siempre la misma puerta es que recorres siempre las mismas secciones y nunca llegas a otras. Al menos en esta ocasión fuimos deliberadamente hasta la Escultura Francesa, unos patios muy espectaculares que están pegados a la rue Rivoli. También nos acercamos a Mesopotamia. Desde ya esa es una de mis secciones favoritas del museo. Una preciosidad esos paneles de piedra y las esculturas de leones y toros alados. Volveré seguro, porque me ha encantado.
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La segunda visita al Louvre fue mucho más especial. Acompañé a una paciente de Alzheimer, dentro de un proyecto de Voluntariado en el que estoy participando. Básicamente la idea es organizar unas visitas en grupo con varios abuelos. Cada voluntario recoge a un abuelo en su casa y tras la visita le acompaña de vuelta. En el museo la visita se centra en una única sala y en 4-5 cuadros, para no fatigarles. Se sientan alrededor de la pintura y colectivamente se va explicando y comentando la obra. En esta ocasión estuvimos en una sala de Pintura Flamenca con cuadros de motivos religiosos de alrededor de 1500, como la María Magdalena de la foto. Fue toda una experiencia ver los cuadros con ellos, escuchar sus comentarios, los detalles que son capaces de captar. En la obra de la foto es interesante ver las columnas (las ventanas o similares son muy habituales), el paisaje grandioso del fondo, los ropajes, el gesto suspendido, el bote de ungüento abierto, con una escena de circuncisión, que significa la conexión del hombre con Dios... En fin, que me he dado cuenta de que no sé mirar los cuadros adecuadamente ;). 

En cuanto a la abuela a la que yo acompañaba, la vi contenta, algo inquieta en ocasiones, porque había mucha gente y andaba algo despistada. Con todo, lo más emocionante no fue la visita en si mismo al Museo. Realmente lo mejor fue ver lo contenta e interesada que estaba antes de entrar, cuando caminábamos al borde del Sena, desde la parada del autobús. Se paró constantemente para ver las fotos y láminas de los "bouquinistes", esos puestos típicos de París al lado del río. Verla tan interesada en todo y tan satisfecha fue un momento impagable.